Un ictus se produce como consecuencia de la alteración del flujo sanguíneo cerebral, bien sea por isquemia o por una hemorragia. De forma genérica, podemos decir que da lugar a la afectación de un hemicuerpo (el contrario al hemisferio cerebral dañado). Es importante resaltar que un ictus puede tener muchas más implicaciones que las motoras, como alteraciones en la sensibilidad, en las funciones cognitivas, en la comunicación o la alimentación, por ello es importante un abordaje interdisciplicar.

La importancia del tratamiento postural y un manejo adecuado desde los primeros momentos después de sufrir un ictus, viene dada porque va a condicionar la recuperación posterior. Además de aportar los estímulos sensoriales adecuados, esto nos permite evitar alteraciones musculo-esqueléticas o dolor en fases posteriores. Debemos intentar que la persona perciba su cuerpo, en la medida de lo posible, como un todo. Para ello es importante buscar alineación postural y simetría en las diferentes posiciones. Esto se puede conseguir colocando almohadas, cojines, toallas… que nos van a permitir posicionar los diferentes segmentos corporales.

No solo es importante el posicionamiento, sino también los contactos que damos, esto es, el manejo. En líneas generales, debemos evitar tirar sin control de la parte distal de las extremidades afectas (mano y pie). Para ello tenemos que dar siempre estabilidad a nivel proximal (cinturas escapular y pélvica), aunque guiemos también desde la mano (es quien inicia el movimiento del brazo) o desde el pie.

Por supuesto, cada caso es diferente, y por ello es importante que sea vuestro profesional de la salud quien os instruya sobre como movilizar adecuadamente a vuestro familiar.

Fisioterapia ictus agudo