Cada 11 de abril conmemoramos el Día Mundial del Parkinson, una fecha que invita a reflexionar, informar y actuar frente a una enfermedad que, silenciosamente, se está convirtiendo en uno de los retos de salud pública del siglo XXI.
En los últimos años, los expertos ya se refieren a la Enfermedad de Parkinson como una “pandemia silenciosa”. No porque sea contagiosa, sino por su creciente y alarmante prevalencia en todo el mundo, con un impacto enorme en la calidad de vida de millones de personas y sus familias. Como ocurre con las pandemias clásicas, esta enfermedad representa una carga creciente para los sistemas de salud y requiere una respuesta global, sostenida y multidisciplinar.
¿Qué es la Enfermedad de Parkinson?
La Enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurológico crónico y progresivo que se produce por la degeneración de neuronas en una región del cerebro llamada sustancia negra, lo que provoca una disminución de dopamina, el neurotransmisor encargado de coordinar los movimientos.
Aunque suele asociarse con personas mayores, el 15 % de los casos afectan a personas menores de 50 años, por lo que es importante desterrar la idea de que es “cosa de ancianos”.
¿Es siempre Parkinson? Tipos de parkinsonismo
No todas las personas que presentan síntomas como temblor, rigidez o lentitud de movimientos tienen Enfermedad de Parkinson. Existen otros trastornos que comparten síntomas similares pero tienen causas, evolución y tratamiento diferentes. A este conjunto se lo denomina parkinsonismo.
A continuación, se describen brevemente los tipos principales:
Parkinsonismo primario o Enfermedad de Parkinson
Es el tipo más frecuente. Se divide en:
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Idiopático: No tiene una causa identificada. Representa la mayoría de los casos.
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Genético: Asociado a mutaciones hereditarias, más frecuente en personas jóvenes o con antecedentes familiares.
Parkinsonismo secundario
Es causado por factores externos que provocan síntomas similares al Parkinson. Entre las causas más comunes se encuentran:
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Uso prolongado de ciertos fármacos (neurolépticos, por ejemplo).
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Exposición a tóxicos o contaminantes.
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Infecciones del sistema nervioso o lesiones vasculares.
Parkinsonismo atípico o Parkinson Plus
Incluye un grupo de enfermedades neurodegenerativas que tienen algunas características similares al Parkinson, pero con una evolución más rápida y menor respuesta al tratamiento convencional:
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Atrofia Multisistémica (AMS)
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Parálisis Supranuclear Progresiva (PSP)
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Degeneración Corticobasal (DCB)
Un diagnóstico preciso es fundamental para establecer el pronóstico y diseñar un plan terapéutico adecuado en cada caso.
Evolución del Parkinson: fases de la enfermedad
La Enfermedad de Parkinson es una patología crónica y progresiva, lo que significa que sus síntomas tienden a intensificarse con el paso del tiempo. Aunque su evolución varía de una persona a otra, se suele describir en varias fases o etapas, que ayudan a comprender mejor el desarrollo de la enfermedad y adaptar el tratamiento a cada momento.
1. Fase prodrómica (preclínica)
Antes de que aparezcan los síntomas motores típicos, muchas personas experimentan síntomas no motores que pueden pasar desapercibidos. Entre ellos se encuentran el estreñimiento, la pérdida del olfato, los trastornos del sueño (como el sueño REM sin atonía) o alteraciones del estado de ánimo. Esta fase puede durar años.
2. Fase inicial o leve
Aparecen los primeros síntomas motores, como la bradicinesia (lentitud de movimientos), rigidez o temblor de reposo, generalmente en un solo lado del cuerpo. En esta etapa, los síntomas suelen responder bien al tratamiento farmacológico y la persona mantiene su independencia en la mayoría de las actividades diarias.
3. Fase moderada
Los síntomas se vuelven más evidentes y bilaterales, y pueden empezar a afectar el equilibrio, la coordinación y la marcha. La respuesta a la medicación sigue siendo buena, aunque pueden aparecer fluctuaciones motoras y efectos secundarios. Es aquí donde las terapias no farmacológicas, como la fisioterapia, adquieren un papel aún más relevante.
4. Fase avanzada
Se observan mayores dificultades en la movilidad, alteraciones posturales importantes, riesgo de caídas y dependencia creciente para las actividades cotidianas. Pueden coexistir síntomas cognitivos o del habla. En esta fase, se valora el uso de terapias avanzadas para controlar los síntomas que ya no responden bien al tratamiento convencional.
5. Fase muy avanzada o dependiente
La persona puede requerir asistencia para muchas de las tareas diarias. El tratamiento se enfoca en mejorar el confort, prevenir complicaciones y mantener la mejor calidad de vida posible, adaptando los cuidados a nivel físico, emocional y social.
Desmontando mitos: el temblor no siempre está presente
Uno de los grandes mitos sobre el Parkinson es que el temblor es su síntoma más característico. Lo cierto es que hasta un 20 % de los pacientes nunca presentan temblor. En cambio, un síntoma que siempre está presente es la bradicinesia, es decir, la lentitud para iniciar y ejecutar movimientos. Este síntoma, junto con la rigidez y las alteraciones posturales o de la marcha, impacta directamente en la capacidad para realizar actividades cotidianas como vestirse, caminar o escribir.
Además, la enfermedad se manifiesta también con síntomas no motores, como trastornos del sueño, estreñimiento, ansiedad, depresión y deterioro cognitivo. Estos síntomas suelen aparecer incluso antes que los motores.
Una pandemia silenciosa en aumento
La Enfermedad de Parkinson es actualmente la segunda enfermedad neurodegenerativa más común a nivel mundial, solo por detrás del Alzheimer. En España, afecta a más de 120.000 personas, y todo apunta a que su prevalencia seguirá creciendo en las próximas décadas. De hecho, algunos expertos ya se refieren al Parkinson como una «pandemia silenciosa» por su expansión progresiva y el impacto creciente que tiene en la salud y calidad de vida de la población.
Entre los principales factores que explican este aumento destacan:
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El envejecimiento de la población, que sigue siendo el principal factor de riesgo. A medida que vivimos más años, también aumenta la incidencia de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.
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Mejoras en el diagnóstico, que permiten identificar la enfermedad en fases más tempranas y en personas más jóvenes, favoreciendo una intervención precoz.
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Factores ambientales, como la exposición prolongada a pesticidas, herbicidas y otros productos químicos neurotóxicos, entre ellos el paraquat y la rotenona, que han sido asociados en diversos estudios a un mayor riesgo de desarrollar Parkinson.
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Contaminación del aire y metales pesados, que también están siendo estudiados por su posible relación con el daño progresivo al sistema nervioso.
Aunque el Parkinson es una enfermedad de evolución lenta, su impacto funcional puede ser significativo con el paso del tiempo si no se actúa de manera temprana y activa. De ahí la importancia de una mayor concienciación, prevención ambiental y acceso a tratamientos adecuados, como la fisioterapia neurológica, que contribuye a mantener la autonomía y calidad de vida de quienes la padecen.
Tratamiento integral del Parkinson
El tratamiento de la Enfermedad de Parkinson tiene como objetivo principal aliviar los síntomas y preservar la calidad de vida del paciente durante el mayor tiempo posible. Dado que se trata de una enfermedad compleja y progresiva, su abordaje requiere de un enfoque multidisciplinario, en el que intervienen distintos profesionales sanitarios según las necesidades de cada persona.
Este tratamiento se estructura habitualmente en tres niveles:
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Tratamientos farmacológicos: Constituyen la base del manejo médico del Parkinson. El fármaco más eficaz y utilizado es la levodopa, considerada el tratamiento de referencia (gold standard). También se emplean otros medicamentos como los agonistas dopaminérgicos y los inhibidores de la MAO-B, así como fármacos dirigidos a síntomas no motores, como los trastornos del sueño, la ansiedad o la depresión.
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Tratamientos no farmacológicos: Incluyen intervenciones como la fisioterapia neurológica, la logopedia y la terapia ocupacional, fundamentales para mantener la movilidad, la comunicación y la independencia funcional. Estas terapias son esenciales desde fases tempranas y deben mantenerse a lo largo del tiempo como complemento al tratamiento médico.
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Terapias avanzadas: Se consideran cuando los tratamientos convencionales dejan de ser eficaces o presentan complicaciones. Entre ellas se encuentran la estimulación cerebral profunda, los ultrasonidos focales de alta intensidad, y las bombas de infusión continua de medicación, como la apomorfina o la levodopa en distintas formulaciones.
La combinación adecuada de estos enfoques, adaptada a cada fase de la enfermedad, permite optimizar los resultados y mejorar de forma global el bienestar de la persona con Parkinson.
El papel esencial de la fisioterapia en el Parkinson
Aunque hoy en día no existe una cura definitiva para la Enfermedad de Parkinson, sabemos que el tratamiento no se limita únicamente a los fármacos. La fisioterapia neurológica especializada es un pilar fundamental en el manejo de esta enfermedad.
Una intervención fisioterapéutica bien dirigida permite preservar la movilidad, mejorar la autonomía y prevenir complicaciones asociadas al deterioro motor. Dentro de este abordaje, el ejercicio terapéutico estructurado es una herramienta central, con efectos protectores demostrados sobre el sistema nervioso y un impacto positivo en la evolución de los síntomas.
Numerosos estudios han evidenciado que mantenerse físicamente activo mediante ejercicios adaptados contribuye a ralentizar la progresión de la enfermedad, mejorar el estado de ánimo, reducir el riesgo de caídas y mantener una mayor independencia en las actividades de la vida diaria.
En nuestra clínica, desarrollamos programas personalizados de fisioterapia que incluyen:
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Ejercicio terapéutico individual y grupal.
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Entrenamiento del equilibrio y la marcha.
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Fisioterapia respiratoria.
Cuanto antes se inicie la fisioterapia, mayores serán sus beneficios. Aplicada de forma constante y con objetivos claros, es una herramienta clave para mejorar la calidad de vida y mantener la funcionalidad a largo plazo.
Rompiendo mitos, construyendo esperanza
En este Día Mundial del Parkinson, desde nuestra clínica queremos:
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Desmitificar la enfermedad: el Parkinson es mucho más que un temblor.
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Recordar que su avance se puede ralentizar con un abordaje terapéutico temprano y activo.
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Defender el valor de la fisioterapia como parte esencial del tratamiento.
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Reafirmar nuestro compromiso con cada persona que convive con esta enfermedad.
¿Convives con el Parkinson?
Si tú o alguien cercano ha sido diagnosticado con Parkinson, no esperes a que los síntomas avancen. La fisioterapia neurológica puede ayudarte a mantener tu independencia y calidad de vida.
Contacta con nosotros para una valoración personalizada. Estamos aquí para ayudarte a moverte y vivir mejor.
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